Rubèn Darìo y la educaciòn: Una mirada contextualizada

Conferencia del maestro Alexander Zosa Cano en la clausura de la XXXVII Jornada Universitaria Dariana de la UNAN-Managua en el auditorio “13 de Diciembre” del Recinto “Cornelio Silva Argüello” de la UNAN-FAREM Chontales.

La Jornada se desarrolla cada año en la UNAN-Managua en homenaje a Rubén Darío, esta vez en saludo al LX Aniversario de la Autonomía Universitaria 1958-2018.

Estudiantes y maestros de la UNAN-FAREM Chontales

Otro conferencista fue el maestro Rubén Darío Flores Arcila, docente de lingüística de la Universidad Nacional de Colombia y el maestro Frank Martìnez Báez, quien hizo un recorrido histórico del inició de la Jornada Dariana en la UNAN-Managua, desde 1964, cuando el rector de la UNAN-León era el doctor Carlos Tunnerman Bernhein, y sólo existía aquella universidad. Entonces él abrió una subsede en Managua, en una casa rústica de la capital.

*A José Adán Duarte y Elba Medrano Dompé Mejores maestros de Nicaragua 2016 y 2017, respectivamente.

Por Alexander Zosa-Cano

Félix Rubén García Sarmiento es una de las figuras nicaragüenses, junto a Augusto Nicolás Calderón Sandino, de mayor referencia dentro y fuera de Nicaragua. Su valía sigue vigente en nuestras letras y por eso se le ha denominado un autor ya clásico en nuestra lengua hispana por los poetas Luis Rosales, Enrique Diez-Carnedo, José Hierro y Pere Gimferrer.

El poeta José Moreno Villa afirma, refiriéndose a Darío: «Se tiene la convicción de que ningún poeta español antiguo ni moderno lo alcanza en la atura, en amplitud y variedad, en fuerza expresiva, en luz, en color y misterio. Todo el vocabulario de nuestros días está en él, y maravillosamente manejado. Nadie como él colmó de nuevas riquezas el habla lírica»[1].

Darío en su búsqueda siempre estaba experimentando diferentes estilos y temáticas de mucha valía. Sin duda aborda problemas que nos atañen a todos, aun en nuestros días.  El poeta señala de manera puntual las crisis políticas, problemas sociales y fenómenos culturales. Y es evidente que el poeta, con síntomas de fin del Siglo XIX, viviese en un época llena de crisis e insatisfacción.

El maestro Alexander Zosa Cano expresó que Rubén Darío se adelantó al tiempo, fue visionario, dando orientando que en las escuela se debía enseñar a los niños jugando. Hoy esa es una reciente técnica pedagógica que se enseña a los maestros en las escuelas de formación de docentes

Las reflexiones pedagógicas las podemos encontrar brevísimamente en los libros de crónicas Parisina, Todo al vuelo, Opiniones, España contemporánea y El viaje a Nicaragua e Intermezzo Tropical que son a la vez una muestra de sus andanzas como «peregrino de arte de americanas tierras» como él lo afirmase.

Darío en su brevísima presentación al libro de crónicas Opiniones expresa «En este libro, como en todos los míos, no pretendo enseñar nada, pues me complazco en reconocerme el ser menos pedagógico de la tierra […] No busco que nadie piense como yo, ni se manifieste como yo ¡Libertad!, ¡libertad!, amigos míos»[2] esas afirmaciones las realiza con «placer íntimo».

 Y agrega «Nunca he dicho: lo que yo hago es lo que se debe hacer […] No preciso poner cátedra de teorías»[3]. Como se lee en la cita anterior el poeta se proclama el «ser menos pedagógico»; sin embargo, sería a la postrer en Nicaragua y en la América Española, el maestro inevitable de todos los tiempos o mejor dicho el Padre y Maestro Mágico de la educación. Y como afirmara Arturo Torres-Rioseco: «la poesía fue para él un magisterio, el más alto magisterio a que pueda aspirar el hombre».

Darío es la influencia más arraigada en nuestro país, pues a todas luces una corriente de seguidores quiso pecar imitándole. Sin dudas el poeta ya había dado una recomendación oportuna «mi literatura es mía en mí; quien siga servilmente mis huellas perderá su tesoro personal […] lo primero no imitar a nadie, y sobre todo, a mí».

«Es pasmoso, al releer a Darío, –afirma Salomón de la Selva— atestiguar hasta qué punto estaba despierto su intelecto a las preocupaciones universales, a las inquietudes sociales, políticas y económicas, viéndolo todo y previéndolo todo con extraordinario acierto»[4] y agregó una más a esas preocupaciones: la educación.

El maestro Rubén Darío Florez Arcila dio la conferencia ¿García Márquez sin Rubén Darío? El adjetivo es lo sustantivo

El 24 de agosto de 1884, a la edad de 17 años, Rubén Darío escribe un poema dedicado a la maestra Emilia C. Day, directora del Colegio de Señoritas de Granada. En aquellos versos muestra su devoción a aquellos que hacen de la educación una realidad: ¡Maestra! Después de Dios / y de nuestros padres, que / nos brindaron vida y fe / lo debemos todo a vos // Lleváis la pesada cruz / del duro trabajo; pero / nos guiáis por el buen sendero / y nos hacéis ver la luz: // esa luz que es verdad, luz de suma excelsitud; / esa luz que es la virtud, / ¡Luz de eterna claridad![5].  

La experiencia escolar de Darío fue fugaz. Luego de aprobar la educación primaria con el profesor y poeta, don Felipe Ibarra. Inició estudios secundarios en el Instituto de Occidente (1881), época en la cuál el poeta recibe una transformación espiritual por la influencia del profesor Josef Leonard. Aunque su estadía es brevísima, el pequeño Rubén demuestra que «carecía de disciplina necesaria para atender las explicaciones de los profesores y cumplir con los deberes escolares. También tenía dificultades con las matemáticas»[6].

Sin embargo, se debe destacar la capacidad autodidacta de Rubén Darío. A los 17 años el joven poeta llegó a la Biblioteca Nacional donde aprovecha para cultivar sus ansias de conocer el mundo literario. La Biblioteca Nacional fue su verdadera Universidad. Él cuenta en su Autobiografía que se aprendió de memoria el Diccionario de Galicismos de Baralt. Ahí, a los 14 años, inicia los estudios del inglés, francés y el latín con ayuda del profesor Antonio Aragón.

Los estudiantes estuvieron muy atentos en los análisis que hacían los conferencistas sobre la grandeza lingüística del poeta universal nicaragüense Rubén Darío

A los 19 años decide viajar a Chile. Él no ha terminado sus estudios secundarios pero ya está preparado gracias a sus lecturas de libros, periódicos y revistas, como lo sostiene el profesor Fidel Coloma González. En este sentido don Samuel Ossa Borne escribe en 1917 sobre Rubén Darío: «Conocía bien los clásicos griegos y latinos, mostraba sus preferencias por Anacreonte, por Virgilio, Ovidio y Juvenal. Poseía un gran bagaje de literatura española, se decía admirador de Santa Teresa y de Fray Luis de León»[7].

En 1907 Rubén Darío regresa luego de una larga estadía en el extranjero.  No se olvide de la patria» fue la recomendación que le hizo el presidente don Adán Cárdenas a Darío. Y éste lo ejecutó así. Sin embargo Darío tiene metas establecidas quiere ingresar a la universidad para prepararse como diplomático o educador. Así lo manifiesta en una carta, he «asistido desde hace seis meses a las clases de derecho público e internacional de la Universidad dirigidas por don Jorge Huneeus […] comprometiéndome por medio de un contrato a estar a las órdenes de ese mismo gobierno para la enseñanza o servicio que se necesiten»[8].

Por lo anterior es más interesante cuando Darío retorna a su patria. Darío comprendía la importancia de la educación para los nicaragüenses, sabía por experiencia propia y sus vivencias en el extranjero que la formación académica es el único camino para la libertad de un pueblo, así como afirmaba el poeta cubano y revolucionario José Julián Martí Pérez «Ser culto es el único modo de ser libre». Y, sin lugar a dudas, si buscamos en la obra dariana encontraremos los consejos que le da a un grupo de jóvenes leoneses sobre que estudiar en un país agrícola, el cita: «era útil para la República—apunta Darío— que hubiese un ejército de laboriosos hombres prácticos, industriales, traficantes y agricultores» y agrega «sigue con tu rumbo de nación tropical; cultiva tu café y tu cacao y tu banano»[9] y que formaran un « ejercito de hombres prácticos, industriales, traficantes y agricultores». Es más, para afirmar su visión de desarrollo económico le orientó al poeta Antonio Medrano: « Crezca nuestra labor agrícola, aumentase nuestra labor pecuaria, engrandézcanse nuestras industrias y nuestro movimiento comercial bajo un gobierno atento bajo el amparo de un gobierno atento al nacional desarrollo»

En el poema Letanías a Nuestro Señor Don Quijote Rubén Darío afirma: «De horribles blasfemias de las Academias, ¡líbranos, Señor!» El vocablo Academia viene del griego Akademía y se refiere a instituciones culturales y educativas. Y en honor a la verdad: muchas veces nuestros centros de enseñanza suelen ser instituciones donde se repite conocimientos y no lugares donde llegan los niños, adolescentes y jóvenes a crear su conocimiento.

La jornada es coordinada por el maestro Frank Martínez Báez, Coordinador de Letras y Artes de la UNAN-Managua.

El maestro Guillermo Rothschuh Tablada hace una interrogación a todos los educadores: «¿De qué sirve una amplia bibliografía basada en las autoridades del idioma cuando ni en la biblioteca de la propia Universidad, ni en las librerías de afuera son pródigas en brindar tantos títulos, o los necesarios, para que el modesto lector (que es el estudiante) no se extravíe? ¿De qué me sirve cien o doscientas horas programadas dentro de la Universidad, menos práctica más teórica, si fuera de las murallas me esperan mil horas para leer a Honorato Balzac, dos mil horas para leer a James Joyce y tres mil horas para leer a Marcel Proust? ¿De qué me sirve llenar un programa con horarios restringidos si el tiempo ganado en teoría fue peor que el tiempo perdido en la práctica? Usar la práctica porque después si la cosecha es pródiga – surgirá la teoría.

En esa misma directriz Rubén Darío como un visionario lo expresa de la siguiente manera: «En una clase de topografía (asignatura muy común del siclo básico de la época) después de trabajar todo el año entre los alumnos y el profesor, al hacer las prácticas de fin de curso no consiguieron cerrar el perímetro. Las clasificaciones botánicas y mineralógicas, los experimentos químicos, no van más allá. Muchos libros, muchas horas de clase, muchas horas de estudio; mucho atiborrarse de teorías, leyes y teoremas; pero la ciencia, la verdadera ciencia, no aparece».

Las presentaciones culturales y artísticas fueron parte de la XXXVII Jornada Universitaria Dariana. El Grupo de Danza Lowiwiska de la UNAN-FAREM Chontales y el Ballet Folclórico Mashca de Ecuador y el grupo de teatro TEUNAN de la UNAN-Managua dieron ese toque mágico al evento

Rubén Darío en un contexto de hace 120 años atrás ya exponía criterio modernos que hoy usamos en las aulas. Estaba consiente que el niño aprende jugando y soñando (imaginado-creando). Él lo define de la siguiente manera: « He aquí los dos principales elementos que hay que saber despertar en el espíritu infantil; la risa y el sueño» y agrega enfáticamente que en las escuelas «no se quite a los niños nunca, jamás, los tesoros de la risa y del ensueño».

Por sus comentarios acerca de la educación y su mundo grecolatino, Darío no era aceptado por los españoles pues consideraban algunos escritores como Miguel de Unamuno, rector de la Universidad de Oviedo, que «Darío era un advenedizo que no se había educado formalmente en humanidades, y que hablaba de temas ajenos según sus inquietudes» (Pérez, 2017). Darío aborda problemas educativos serios que sufren los españoles en su obra España Contemporánea que bien podrían aplicarse a cualquier contexto. Y esta mañana quiero extraer algunas líneas de su crónica:

«Los niños no aprenden siquiera a leer en la enseñanza primaria. De gramática no hablemos, raro es el que sabe lo elemental y escriben con ortografía. Y no habiendo aprendido a leer, no es posible aprender a estudiar. […] En la mala enseñanza primaria está el origen de todos los males […] el maestro obliga a los alumnos a tomar apuntes y así acaban los cursos y la mayoría de estudiantes no se han enterado aun de lo que sean las asignaturas que cursaron» y posteriormente presenta medidas para solucionar el grave problema: «Formalizar la enseñanza elemental (primaria) leer y escribir correctamente, gramática y aritmética»

Luego de escuchar estas palabras de Darío sería necesario que nosotros como educadores tomásemos la conciencia del papel que jugamos en la sociedad y del compromiso que hemos adquirido al ser educadores de formación elemental y básica. No buscar culpables sino soluciones.  Y aprender de una vez por todas que debemos aprender en la obra de Darío nuestro gran civilista y humanista. Y aunque Darío decía «Yo no soy un poeta para las muchedumbres. Pero sé que indefectiblemente tengo que ir a ellas» Y debemos tomar al ras el pensamiento del escritor sandinista Julio Valle Castillo «Cómo quisiéramos que Darío fuera la cartilla donde los niños aprendieran a leer, que los jóvenes aprendieran el oficio, los adultos la sabiduría y los ciudadanos, el sentido de patria como universalidad»…

«Darío es un ser profundamente pedagógico, –dice el profesor don Edelberto Torres Espinosa— no sólo en el sentido de que es uno de los educadores más excelsos de América, sino porque su labor y su pensamiento se enmarcan bien dentro de la pedagogía de vanguardia, esa en que el niño es centro planetario; el interés sicológico, fuerza de gravedad; y la libertad, atmósfera ambiental».

Señores y señoras educadores que están presentes esta mañana: hay que leer aquella cita « Si la patria es pequeña uno grande la sueña» «Y no solo hay que deletrearlo, machacarlo solo del diente al labio, sino engullirlo, deglutirlo hasta hacerlo sangre, vida y marchar en defensa de nuestra propia libertad y de nuestra propia identidad» magisterial y educativa.

Estimados estudiantes: «Si optamos por leer bien para aprender a escribir mejor, leamos primero al Maestro de Nicaragua, al primer maestro de Hispanoamérica, a Rubén Darío, porque Rubén Darío es el punto de partida de nuestra cultura nacional y meta de llegada de nuestra Universalidad escolar» Recordemos como dice Rubén Darío en el cuento «La novela de uno de tantos»: « Lee tú mi cuento, joven bullicioso que estas con el diario –Hoy el teléfono– en la cama, sin levantarte aun, a las once del día. Lee estos renglones si eres rico, y si eres pobre y estudiante, y la esperanza de tus padres, léelos dos veces y ponte a pensar en el enigma de la esfinge implacable»

Solamente me queda recordar las palabras de Salomón de la Selva « Así, en la obra de Darío, verdadera enciclopedia de nuestra América se resume y compendia todo cuanto pensamos y sentimos, cuajan las esperanzas que nos impulsan, palpitan como corazones asustados […] Darío nos fijó horizontes»[10].

Bibliografìa

[1] Citado por don Jorge Eduardo Arellano. Don José Jirón Terán en la Academia (Contestación de su discurso de ingreso el 30 de septiembre de 1993) BANL 10 (1995) Pp. 102-103.

[2] Rubén Darío (1990) Opiniones. Managua: Editorial Nueva Nicaragua. P. 43

[3] Rubén Darío (2007) El Canto errante. Managua: Amerrisque. P. 7

[4] Salomón de la Selva. “Rubén Darío” en Romance (México, 15 de febrero de 1941) II, (1) P. 3

[5] Rubén Darío (1953) Obras Completas. Tomo V Poesía. Madrid: Ediciones Castilla. P. 108

[6] Carlos Tünnermann B. (2016) Apuntes sobre la vida y obra de Rubén Darío. Managua: Instituto Nicaragüense de Cultura Hispánica.

[7] Charles D. Watland (1966) La formación Literaria de Rubén Darío. Managua: Publicaciones del Centenario de Rubén Darío. p. 12

[8] Fidel Coloma González ( 1991) Rubén Darío. Antología: Verso y prosa. México: Editorial LIMUSA. P. 16

[9] Rubén Darío (2005) El viaje a Nicaragua e Intermezzo tropical. Managua: Ediciones Distribuidora Cultural. P. 66-69.

[10] Elba Alvarez Hernández y Violeta Barreto Arias (2001) Español 3 Managua: Publicaciones Escolares San Jerónimo. P. 183

¡Año de la internacionalización de la universidad!

¡A la libertad por la universidad!

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