De dormir en las bancas del parque de Juigalpa a Licenciado en Bioanálisis Clínico 

  • Un ejemplo para sus hijos y para la juventud 
José Miguel Pérez Crespín -de camisa blanca y corbata negra- el día de la defensa del trabajo final de seminario de graduación para optar al titulo de Licenciado en Bioanálisis Clínico en la UNAN FAREM Chontales.

Cuando uno estudia en secundaria o la universidad no se da cuenta que en cada amigo o compañero de clase hay un gran drama; una historia tal vez muy triste o increíble que nadie se imagina. No nos damos cuenta de su pobreza ni de los enormes sacrificios que hacen para estudiar y hasta para pagar el pasaje de ida y regreso a la universidad y, aún más impresionante, su tenaz lucha por alcanzar al éxito. 

Para algunos es agotador ir diario o cada fine de semana a clases al centro de estudios del barrio o de la ciudad, pero para el vencedor no es obstáculo nada, ni que ese centro de estudios superiores se encuentre en otra región del país a la que debe viajar durante varios años, sin importar las miserias que tenga que enfrentar ni dejarse doblegar nunca por el cansancio.  

Es lo que ha enfrentado el señor José Miguel Pérez Crespín, quien no nunca ha estado del lado de los fracasados, sino del de los triunfadores, de los que sobresalen de la nada.  

Así es, José Miguel Pérez Crespín será uno de los 46 estudiantes de Bioanálisis clínico que, durante la promoción de junio 2017, subirá a la tarima del auditorio “13 de Diciembre de 1995” de la Facultad Regional Multidisciplinaria de la UNAN-Managua en Chontales (UNAN-FAREM Chontales) para recibir su título profesional de Licenciado a los 46 años. 

José Miguel Pérez Crespín saliendo del Recinto Universitario «Cornelio Silva Argüello» de la UNAN FAREM Chontales.

Pérez Crespín, quien comenzó a los 40 años a estudiar en la UNAN-FAREM Chontales, fue entrevistado el 31 de marzo del corriente año en los pasillos de la facultad, cuando hacía los trámites para participar en la promoción de la UNAN-FAREM Chontales en junio de este año 2017.  

Un ejemplo para la juventud 

Le pedí que me explicara el por qué, si vive en Ciudad Sandino, Managua, decidió irse a estudiar hasta Juigalpa, en la Facultad Regional Multidisciplinaria de la UNAN-Managua (UNAN FAREM Chontales) y sobre todos los sacrificios, pobrezas y situaciones duras que enfrentó sin retroceder, hasta lograr terminar la carrera de Licenciatura en Bioanálisis Clínico, es ahora un ejemplo para sus hijos y de los jóvenes también pobres del país que si se deciden.  

La decisión de cumplir de coronar una carrera profesional superando tantas dificultades, es un ejemplo para sus hijos y para la juventud en general, pues nada lo atajó en perseguir a esta carrera hasta Juigalpa y cómo se dio cuenta que podía estudiarla en esta facultad de la UNAN-Managua. 

Su relato fue estremecedor, pues demuestra que cuando alguien quiere ser un triunfador en la vida, no hay nada que lo detenga; ni condiciones económicas difíciles, distancias, hambre ni sed y hasta dormir en la calle. Que cuando hay decisión de triunfar no hay nada que le obstaculice la carrera hacia el éxito. José Miguel lo hizo y lo demostró sin rajarse algún día a pesar del cansancio, del hambre o del sueño. 

Pérez Crespín fue siempre muy estimado y apoyado por sus compañeros de estudio, tanto hombres como mujeres, que le reconocían todos sus esfuerzos para lograr graduarse como Licenciado en Bioanálisis Clínico. Que nada lo detuvo en su meta, ni la distancia ni las dificultades económicas.

En 1985, luego de haber concluido su servicio militar a los 17 años, José Miguel Pérez Crespín se sintió vacío, en condiciones económicas muy difíciles y no le miraba salida. Entonces vivía con sus padres en la comunidad de Sutiaba, León. No estaba estudiando ni aprendiendo algún oficio, entonces decidió dar el paso que resultó trascendental en su vida, pues sin imaginar lo que vendría, viajó hacia Ciudad Sandino en Managua, donde tal vez por casualidades del destino descubrió que tenía vocación por el Bioanálisis Clínico. 

Eso ocurrió después que llamó por teléfono a su tío Ramón Crespín Ruiz, pidiéndole que le ayudara para seguir estudiando su bachillerado y trabajar en alguna parte. Su tío le prometió su apoyo, así que preparó maletas se trasladó a Managua. Entonces su pariente estudiaba la carrera de Técnico Superior en Bioanálisis Clínico en la UNAN-Managua. 

De obrero en una confitería y estudiando el bachillerato 

Allí comenzó a trabajar en la confitería La Familiar, una empresita de la familia de la esposa de su tío Ramón, y también continuó estudiando el bachillerado en el Instituto Nacional “Edgard Taleno”, hoy “Augusto C. Sandino” de ese municipio de Managua. 

Él se sentía feliz trabajando, estudiando y divirtiendo, pero le faltaba algo. “Nunca falté a mis estudios, pero cuando uno esta joven cree que la vida es sin tropiezos y comencé a andar de enamorado y rápidamente, casi a los 19 años, me enrolé con una muchacha y empecé a hacer mi vida, pero siempre con la ayuda de mi tío”.  

Como la confitería dejó de operar en 1996, se buscó un trabajo nuevo, porque también tenía que mantener a su familia que ya no era sólo la muchacha, sino dos porque ya había nacido José Miguel Pérez, ahora de 23 años. 

La foto en que estuvieron juntos por última vez todos los estudiantes y los maestros de esta noble carrera, en el auditorio «!3 de Diciembre de 1995» del Recinto Universitario «Cornelio Silva Argüello».

Pero esa relación se truncó e inició una nueva vida con Josefina Galeano, con quien tiene 20 años de casado, y han procreado a Joseling Cristina que tiene 17 y Junieska Vanessa de 9 años. Josefina trabaja como Educadora de Infantes en el Centro de Desarrollo Infantil Comunitario del barrio Carolina Calero Norte de Ciudad Sandino. 

Guarda de seguridad  

El trabajo que encontró fue de Guarda de Seguridad y laboró en distintas empresas en Managua; en el Hospital de la Policía durante mas de 8 años, después paso a Ultranic que lo mandó a cuidad Hercasa (antigua Penwalt, la fábrica de productos químicos que fue clausurada por el Estado) y hasta en protección de una Clínica Materno Infantil en el Mercado Oriental en Managua. Y durante los días libres trabajaba en el laboratorio de su tío Ramón.  Así fue aprendiendo a hacer pruebas o haciendo análisis de bioanalisis y se enamoró perdidamente de la profesión. 

Jamás le había pasado por la mente estudiar esa profesión y mucho menos con tanta pasión y hacer muchos sacrificios, como viajar cada fin de semana hasta Juigalpa, Chontales, para asistir a clases cada domingo en la UNAN-FAREM Chontales, zona donde precisamente había cumplido el servicio militar al inicio de los años 80, en la zona Santo Domingo. 

Pérez Crespín considera que su vocación por Bioanalisis Clínico la descubrió por causalidad, pues si su tío no le hubiera dado apoyo con darle alojamiento de su casa en Ciudad Sandino y que, si la fábrica de caramelos no hubiera cesado sus operaciones, jamás habría descubierto que existía esa profesión y que le encantaba. 

Fue al aprenderla de manera empírica con su tío y enamorarse de esta profesión, cuando comenzó su lucha para estudiarla. Primero fue a la UNAN-Managua para saber si esa carrera estaba abierta en sábado o domingo, porque diario no podía estudiar por tener que trabajar.  

José Miguel afirmó que durante los cinco años de estudio, que eran un gran sacrificio, tanto para él como para su esposa y sus hijos, nunca le pasó por la cabeza ponerle un alto en la meta que se impuso desde que comenzó a estudiar en la UNAN FAREM Chontales, viajando cada fin de semana desde Ciudad Sandino a Juigalpa Chontales. Sólo con el pasaje en la mayoría de las veces. Pero también le da gracias a sus compañeros de estudios que le ayudaban con la comida, a su amigo, el Licenciado en Enfermería, Mynor Cano, y sobre todo a su esposa Josefina, quien siempre lo alentaba a no darse por vencido.

Quedó triste, casi vencido al saber que no había para fines de semana, pero la luz se le encendió nuevamente en el 2010 cuando se dio cuenta que su prima Hazel Crespín viajaba cada fin de semana viajaba a Juigalpa, porque estudiaba el curso de Auxiliar de Laboratorio en Bioanálisis Clínico en la UNAN-FAREM Chontales. Él le pidió que consultara si estaba a tiempo de inscribirse para estudiar el curso. “Yo estaba ansioso por estudiarlo, porque lo dominaba en la práctica, pero no tenía la teoría ni un diploma que lo certificara con tal. 

Inicio de una pasión 

Relató que Hazel consultó con las profesoras María Mercedes Zapata Quintanilla y con Karla Vanessa Ortiz Ramos, quienes le respondieron que se presentará con sus notas y que le haría una prueba práctica del dominio de las técnicas de laboratorio. Esa fue una gran noticia para él y no la pensó. Al siguiente domingo, con sus notas de bachillerato bajo el hombro emprendió el viaje con su prima hacia la UNAN-FAREM Chontales en Juigalpa  

“Yo venía bien positivo, feliz porque iba a estudiar la carrera que quería. Fue la profesora Carla Vanessa Ortiz quien me hizo la valoración sobre dominio del uso de los instrumentos con la cristalería y cómo hacer las pruebas de laboratorio y aprobé. El domingo siguiente ya vine a clase al curso de Auxiliar de Laboratorio”, relata demostrando felicidad en su rostro.  

Y fue así que comenzó su pasión. Desde un sábado de marzo del 2010 comenzó a viajar cada fin de semana hacia Juigalpa para estar a las 8:00 de la mañana del domingo en clase. No le importaba pasar todo tipo de penurias. Pero eso nunca lo hizo retroceder en la búsqueda de su sueño, que lo alcanzó 6 años después, a la edad de 46 años, con su graduación. 

Cuando se acercaba la conclusión del Curso de Auxiliar, las autoridades de la Universidad estudiaron la posibilidad de extender los estudios hasta el nivel de Técnico Superior en Bioanálisis Clínico. Eso le alegró mucho porque tendría una preparación de mayor calidad y siguió sus estudios desde el 2012 hasta culminar en el 2014.  

Cuatro docentes que trabajaron como evaluadores de las defensas para acceder al título de Licenciados en Bioanálisis Clínico efectuadas el 10 de febrero del 2017.

Las autoridades de la universidad aprobaron que estos estudiantes siguieran estudiando esa carrera y que egresaran con el título de Licenciados en Bioanálisis Clínico, pero hubo un impase de un año, el 2015, para esperar que el Consejo Universitario lo aprobara. 

Todos los estudiantes del curso Técnico Superior en Bioanálisis Clínico fueron llamados para continuar el estudio de la licenciatura en el 2016 y José Miguel Pérez Crespín nuevamente volvió a la UNAN-FAREM Chontales para continuar la carrera, ahora con la meta firme de alcanzar la Licenciatura. Nuevamente emprendió, cada fin de semana, el largo periplo de Ciudad Sandino hacia Juigalpa para estar muy temprano, antes de las 8 de la mañana, en la UNAN-FAREM Chontales, con la misma entrega y disposición de cuando inició el curso de Auxiliar y el Técnico Superior. 

Durmiendo en bancas del parque de Juigalpa 

Relató que cuando comenzó el curso de Auxiliar, para estar a tiempo en clase el domingo, salía de desde las 2 o 3 de la tarde del sábado de su casa en Ciudad Sandino en Managua, y llegaba a Juigalpa a eso de las 7:30 u 8:00 de la noche y como no conocía a nadie y como dinero que sólo le ajustaba para el pasaje y medio comer, se quedaba a dormir en bancas del parque central de Juigalpa. No era para dormir, sino pasar sentado toda la noche y esperar el siguiente día dirigirse hacia la universidad.  

De regreso, al salir de clase a las 4 de la tarde de cada domingo, caminaba desesperado para abordar el bus que lo llevaría a Managua y llegaba hasta a eso de las 9 de la noche a casa en Ciudad Sandino. “Era desesperante porque debía llegar antes que los buses urbanos dejaran de correr a eso de las 7:00 de la noche. Yo tenía que llegar a casa el domingo en la noche porque mi esposa tenía que irse a trabajar el lunes”, detallaba quedándose pensativo, recordando. 

“A mi esposa le debo todo” 

Explicó, que ha sido gracias a su esposa Josefina que le ha ayudado con sus gastos para que asistiera a clase y que juntos se han esforzado por garantizar el sustento en el hogar, quien le ha apoyado sin reparos en esta meta de coronar su profesión. “A ella le debo todo, exclamó”. 

A veces consideraba que la gente pensaba mal de él porque siempre lo observaban como sospechoso, porque pasaba toda la noche en una banca del parque, por lo que una vez decidió dirigirse a la Policía Nacional de Juigalpa, donde se le identificó a uno de los agentes de turno. 

El Licenciado José Miguel Pérez Crespín durante la entrevista en la que a veces lloraba al recordar los momentos duros que pasó al dormir en la banca del parque de Juigalpa, aguantar hambre y las dificultades económicas en su hogar, pero nada lo hizo desistir de sus estudios.

Le explicó que procedía desde Ciudad Sandino, Managua, que era estudiante dominical de la UNAN-FAREM Chontales, que no andaba dinero, por lo que solamente quería dormir seguro dentro de la unidad, no importaba si en una silla o sentado en alguna acera. Luego de consultar a sus superiores, el agente regresó para decirle que se quedara. Él se puso alegre porque allí estaba seguro y se acomodó en una acera. Al siguiente día se levantó temprano y se dirigió a clase. 

En la universidad si situación también era dura. Durante los recesos o en la hora de almuerzo sólo se tomaba algún refresco y no almorzaba. “Sólo miraba a mis compañeros de clase con sus hermosos platos de comida y yo sólo los miraba pasar porque no tenía dinero para comprar; pero eso no me impidió continuar estudiando, al contrario, eso me motivaba a seguir. 

El siguiente fin de semana fue igual. El sábado llegó a Juigalpa sólo con el dinero del pasaje y nuevamente se dirigió a dejar pasar la noche caminando por el parque o sentado en una de las bancas, pero se sentía mal porque ya era sospechoso que estuviera allí cada sábado.  

Entre las peripecias que enfrentó durante los seis años de estudio, están haber quedado sin trabajo o tener que dejar de laborar para hacer sus prácticas en el laboratorio de bioanálisis del Hospital Regional Escuela “Asunción” de Juigalpa. 

Su esposa es el pilar en que ha descansado su formación profesional 

“Cuando quedé sin trabajo y durante todos mis estudios, mi esposa ha sido mi pilar, porque gracias a Dios ella que ha estado trabajando, me ha suplido con mi pasaje para que yo pueda venir a clase, pero muchas veces me tuve que venir con lo completo, solo para el pasaje, nada para comida ni alojamiento. Pero cuando empecé a estudiar el curso de Auxiliar encontré a una persona, quien es como un ángel en mi vida, porque le solicité su ayuda y me acogió en su casa hasta el último día de mis clases. Es el Licenciado en Enfermería, Mynor Cano, hijo del profesor Marlon Cano, responsable de la Biblioteca “Alejando Sequeira Hernández” de la UNAN-FAREM Chontales”. 

Recinto Universitario «Cornelio Silva Argüello» de Juigalpa, Chontales.

“Él también estudiaba conmigo el curso de Auxiliar en Bioanálisis Clínico y nos hicimos muy buenos amigos. Es mi ángel que me dio el calor de su hogar y de su familia para que yo dejara de andar durmiendo en el parque o en la Policía”, dice en reconocimiento a esa gran amistad. 

¿Y cómo hiciste para lograr que Mynor Cano te diera dónde dormir? 

Relató que fue un día, después que me bajé del bus en las inmediaciones del parque cuando pensó en llamar por teléfono a Mynor para pedirle donde dormir. “Lo llamé y le dije: Mynor, te habla don Miguel” y me respondió: “Que pasó Miguel”. Y “Yo le respondí: Fíjate que estoy en Juigalpa y no hallo donde ir a quedarme, ¿Podes darme un lugarcito en tu casa? 

“Mynor, quien ya comenzaba a ser amigo conmigo, no dudó ni un momento. De inmediato me dijo: “si hombre, ven, dile a un taxista que te traiga” y al llegar, ese gran amigo allí estaba él esperándolo. “Me recibió en su casa. Me dijo: Si te acomodas aquí que no había problema”. Pérez Crespín se puso gozoso porque ya no dormiría en la calle y estaría seguro. “Y así fue, desde el primer día hasta el último que terminé mi carrera”, afirmó. 

No hay palabras para recompensar su apoyo y cariño que le dio esta familia 

Desde entonces, ha considerado al joven Cano Marín y a su familia como suya también. “Su mamá doña Mari Marín, su papá donde Marlon Cano, también han sido muy buenos conmigo y de ellos he recibido mucho apoyo. Doña Mari, con tus tortillitas me ayudó a irme superando, porque a veces que yo no traía nada para recompensarle la gratitud que ellos me daban. Nunca me faltó un bocado en su casa; siempre comía, me bañaba y me venía a clase. Fue como mi segundo hogar durante estos seis años de estudio”. 

“A pesar de lo duro que he pasado, ha sido muy bonito, porque así se le toma más sabor a la vida y más dedicación a las clases y uno aprende más cuando se sacrifica”. Y “tanto de mis profesores que son menores que yo, como de la familia de Mynor, respetarlos y darles cariño siempre ha sido mi pensamiento”. 

“Hay otras personas a quien también les debo mucho, como a la profesora María Mercedes Zapata Quintanilla, Secretaria Académica de la Facultad, quien me ha alentado a no desfallecer estudiando, conoce mi situación y me ha apoyado siempre, desde el inicio y hasta ahora en los últimos momentos de la conclusión de mis estudios”. 

“En toda esta historia, también hay una persona que me ayudó y motivo a seguir estudiando. Es Yasser Ali García, Licenciado en Bioanálisis Clínico, quien ahora trabaja en el Banco de Sangre en Juigalpa. Cuando estábamos haciendo las prácticas, también me dio cobijo en su hogar y siempre fue conmigo una persona muy buena, muy caritativa. Siempre me dijo: “Ven para mi casa, no te preocupes” y otros compañeros que también me ayudaron de una u otra manera. En veces diciéndoles “hermano, préstame diez pesos, préstame 50 pesos para completar mi pasaje y nunca me dijeron que no. Todos colaboraron para que yo terminara mi carrera” 

¿Y ahora que te recibirás como Licenciado en Bioanálisis clínico, estás trabajando o qué harás? 

“Estoy con la meta de instalar mi propio Laboratorio de Clínico San José. Mi tío ya me ha facilitado algunos instrumentos de su laboratorio y así empezaré, en mi propio laboratorio, ser yo el jefe de mi laboratorio. Esa es mi segunda meta y lo pondré allí mismo en Ciudad Sandino. Ya he estado preparando hojas membretadas de mi laboratorio y con mi nombre para dar resultados de exámenes de orinas, de sangre o de heces. Ya tengo un año de trabajar así y lo poquito que he ganado me ha servido para completar todo este sacrificio”. 

“Estoy alegre porque voy a graduarme y también traeré a mi madre para sea mi compañera en mi ceremonia, y que mi familia también venga y disfrute mi momento; mi esposa, mis hijos, mi tío. Después de un gran esfuerzo desde el 2010 al 2017, sacrificando y estudiando, hasta lograr mi licenciatura, eso tiene mucho significado, es el mejor momento de mi vida” 

En alguna medida eres un ejemplo para ellos también 

“Creo que sí, porque a mi edad han visto mis esfuerzos y sacrificios para alcanzar una profesión, que nunca he dejado de estudiar y que la edad no es tropiezo para optar a una carrera profesional. La edad a uno no lo detiene. Siempre que uno tenga la voluntad de seguir estudiando, se sale adelante y tener éxito”.

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